Cuenta la leyenda que Abderraman tenia un fabuloso elefante y que lo cedió para acarrear material en las obras de construcción de la Mezquita, tanto se excedieron con el animal que un día murió de sobre-esfuerzo. Abderraman sobrecogido ordeno que se perpetuara la memoria del paquidermo, colgando uno de sus colmillos de la bóveda de las lucernas.
Pues bien ningún abderraman existía cuando verdaderamente se construyo esa cúpula, el colmillo fue colocado en época cristiana, no como exvoto sino como objeto simbólico. Los elefantes eran considerados tanto por su color como por sus formas redondeadas, como símbolo de nubes, así mismo se le atribuían virtudes como la templanza, sabiduría y eternidad.
Estos fueron realmente los motivos de colgar el colmillo en nuestro templo magno, el resto lo añadió un pueblo añorante de la grandeza de otros tiempos.
Exposición basada en un articulo del ilustre cronista de la ciudad Miguel Salcedo Hierro.
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